El equipo azulgrana viajó en julio de 1990 y, por vez primera también, lució publicidad en la camiseta, el Barça se enfrentó a un combinado de la Liga japonesa en Hiroshima y Tokio (1-1 y 2-4)
Desplazar a la primera plantilla a Asia fue una idea del
presidente Josep Lluís Núñez en su constante e inagotable búsqueda de lo que
llamaba “recursos atípicos”.
El 22 de enero de 1990 el mandamás azulgrana había
presentado a Ronald Koeman, fichado a golpe de talonario (780 millones de
pesetas) al PSV, y en su último programa electoral llevaba una segunda
remodelación del Camp Nou: ganar altura y volumen en la tribuna y coronarla con
un nuevo y moderno voladizo. El capítulo del gasto aumentaba por momentos y la
respuesta de Núñez fue tranquilizar al entorno con la novedosa medida de la
excursión. Sin verbalizarlo, vino a decir que el fichaje de Koeman lo pagarían
los japoneses.
Lo cierto es que a los profesionales del balón la idea para
conseguir ingresos extra no gustó por lo que suponía la aventura: largos
viajes, jet-lag, prioridad de los actos de promoción a los deportivos... Y todo
ello justo al inicio de la pretemporada. A Johan Cruyff no le hizo ninguna
gracia, pero no le quedó más remedio que aceptar y morderse la lengua. Pudo
retrasar el compromiso en el verano de 1989, pero no en el de 1990, sobre el
papel más fácil de hacerlo por ser año de Mundial.
Pero los astros se aliaron con el Barça y, así, las
selecciones de Holanda y de España se despidieron de Italia’90 en octavos de
final el 24 y 26 de junio respectivamente. Los internacionales, en
consecuencia, podrían hacer (casi) un mes entero de vacaciones. Ahí estuvo una
de las claves para que el viaje pudiera materializarse sin conflictos añadidos.
Caso de que España u Holanda hubieran llegado más lejos la gira hubiera corrido
peligro porque la condición era viajar con los internacionales, especialmente
Koeman.
El 24 de julio de 1990 el Barça partió hacia Japón en un
vuelo interminable: Barcelona-Amsterdam-Anchorage-Tokio-Hiroshima. En esta
última ciudad, que fue castigada con el lanzamiento de la bomba atómica el 6 de
agosto de 1945, el Barça jugó el primer partido contra un combinado de los
mejores jugadores del campeonato nipón.
El choque, además de ser el primero en suelo japonés, fue el
primero en el que el equipo azulgrana jugó con publicidad en la camiseta, una
exigencia de la organización, que mediante una cláusula en el contrato se hizo
con el derecho de explotación de la imagen del Barça durante su estancia en el
país y esponsorizó la camiseta a través de Japan Airlines (JAL). A fin y efecto
de que la marca destacara al máximo, los organizadores presentaron al Barça
unas camisetas blancas para jugar los amistosos. La negativa azulgrana a lucir
este color fue inmediata.
El Barça, entonces, se movió con especial rapidez y agilidad
y, para no ‘manchar’ la elástica azulgrana con publicidad –entonces un alto
sacrilegio– facilitó a los japoneses la equipación suplente, la también ‘Meyba’
azul celeste con una franja vertical azulgrana que partía desde el hombro
derecho. Fueron los nipones quienes imprimieron el logotipo de la compañía
aérea en el uniforme.
Deportivamente, el Barça empató (1-1, gol del ‘Nano’ Soler)
el primer partido (27 de julio) contra la selección del campeonato nipón, en la
que figuraban los argentinos Abelha, Moner, Arbelo y Godoy y el brasileño
Carlos Renato. El duelo, en el que debutaron Stoichkov y Nando, se jugó en
Hiroshima y fue el último del hoy entrenador del Barça Ernesto Valverde.
El segundo partido, en Tokio, contra el mismo equipo, el 29
de julio, lo ganó el FC Barcelona (2-4), aunque tuvo que remontar un 1-0 y un 2-1.
Los goles los firmaron Begiristain, Julio Salinas (anotó un doblete) y Amor.
Debutó Goikoetxea. Por dos exhibiciones y un clínico, el Barça se embolsó 125
millones de pesetas.
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